2 Nov
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SEGURIDAD?

Seguridad?…

Con todos los técnicos, músicos y representantes honrados con los que he contactado, coincidimos en lo mismo: En materia de seguridad, Spain is different!

Cantidad VS calidad.

El tamaño ha triunfado frente a la calidad del espectáculo.

La gran mayoría de los representantes venden los espectáculos por lo que pesa el tráiler, no por su calidad musical, porque lo que vende es la imagen, y un montaje espectacular y enorme prima sobre uno seguro y modesto. Si hay dinero, es mejor gastarlo en muchos hierros y luces, que en sistemas de seguridad y personal formado en esta materia, además, nadie denuncia ni inspecciona estas instalaciones. Cuando se produce un accidente, como el contratante suele ser el ayuntamiento, las denuncias se pierden en los cajones. La competencia no deja subsistir a los que apuestan por montajes seguros: Si alguien tiene un montaje seguro, invierte un dinero para ello que la competencia rebaja al cliente, de modo que no hay competencia posible.

Hace pocos años, las orquestas contaban con unos montajes muy modestos.

PROGRESO EN LAS ORQUESTAS:

Fase 1: Las orquestas no tenían casi nada de equipo. Iban en una furgoneta y los equipos de sonido eran simples amplificadores dejados caer en el pequeño escenario de la plaza, montado por los propios músicos. No había luces ni técnicos. La gente lo pasaba muy bien.

Fase 2: Se compra un equipo de sonido. También montado por los músicos, en algunos casos se contaba con técnico de sonido, e incluso las orquestas más pudientes tenían un pequeño puente de luces trasero o unas torretas frontales, bien en modo automático o bien manejadas normalmente por el hijo del dueño de la orquesta, que pulsaba los 3 botones toda la noche: rojo-verde-azul…. La gente lo pasaba muy bien.

Fase 3: Comienza la carrera de los montajes, también llamada la ??carrera del hierro?. En poco tiempo, en el mundo de los espectáculos se ha producido un vertiginoso aumento en el tamaño de sus montajes. La gente lo pasa muy bien.

Causas que provocaron la ??carrera del hierro?:

– Repentina revolución tecnológica: Aparece el DMX, la iluminación inteligente (robótica), mesas digitales, fuentes conmutadas, pantallas, leds, efectos especiales, y esto sigue…

– Apertura de las aduanas al comercio de la importación de los países asiáticos. Se rebajan e incluso se suprimen los aranceles aduaneros. Este punto nunca lo he comprendido. Los que eran fabricantes nacionales, se ven invadidos por productos que tienen unos precios tirados. Y las leyes -que supuestamente protegen a los ciudadanos- no lo impiden! Supongo que será cosa de economía de las grandes entidades bancarias, cuando algo no lo entiendo, siempre digo ??supongo que será cosa de las multinacionales?.

– A ello le sumamos unos años de bonanza económica (años dorados de la construcción y la burbuja inmobiliaria, y la total facilidad en la obtención de dinero por parte de los bancos) y las orquestas duplicaban sus montajes de un año para otro.

Este crecimiento exponencial fue tan frenético, que la seguridad no reaccionó. Le metieron un gol y no la vio ni venir, y en lugar de ponerse a la altura e intentar reaccionar, parece que se centró en otro sector. A otro lugar donde había más dinero: A la construcción.

El grado de electrificación de una vivienda, es decir, la potencia o tamaño de su instalación eléctrica es, como mínimo 10 veces inferior a la media de los equipos de los espectáculos. Es decir, una vivienda con el grado de electrificación básica, funcionando a plena carga, admite hasta 9200 W; una orquesta de tamaño medio no baja de los 100000 W.

En la construcción existe un amplio abanico de medidas de seguridad, así como una constante vigilancia por parte de los inspectores de seguridad (lo que me parece estupendo). Para empezar, nos encontramos con que es un recinto privado, se colocan vallas de protección, barandillas, redes, superficies antideslizantes en rampas, estrictas normas de orden y limpieza, señalización con las advertencias necesarias, se exigen EPIs en perfecto estado (Equipos de Protección Individual) adecuados a cada zona, diferenciales, tomas de tierra, distancias de seguridad, y el personal que trabaja en la construcción es especializado y formado en materia de seguridad y prevención de riesgos.

En cambio, en nuestros espectáculos, se ven unas barbaridades, que simplemente son increíbles. No hay inspección alguna de los equipos para ver si funcionan los diferenciales, comprobar el aislamiento, las tierras, las vallas, las cargas suspendidas, los mecanismos de elevación, la resistencia y estado de los escenarios, barandillas, señalización de bordes, escaleras.

Otra importante diferencia es que en los espectáculos públicos, los montadores no son personal especializado ni en electricidad, ni en cargas elevadas ni en seguridad laboral, suele ser personal que duerme y come mal, conduce mucho, frecuentemente sin dormir, va contra reloj para poder tenerlo todo listo a tiempo, es probable que trabaje con desgana, cobra tarde y mal… e incluso muchos de ellos no entienden español, además, es frecuente el abandono por cansancio y/o por falta de cobro, así que continuamente nos encontramos con montadores totalmente profanos en la materia… ¿Qué nivel de seguridad puede ofrecer un responsable de este tipo? Es más, no sólo se exponen a ellos mismos a los riesgos, sino que también a los músicos y público, pues es infrecuente restringir el área mediante vallas.

Un factor muy importante también es que las instalaciones son portátiles. Es decir, que cada día son montadas y desmontadas rápidamente, con el consiguiente desgaste y maltrato del material, lo que multiplica el riesgo, por ejemplo de rotura tanto del material en sí, como de elementos de protección mecánica y eléctrica.

¿Cómo debería ser?

En teoría un ingeniero conocedor de los factores locales (que conoce los fenómenos externos que puedan afectar al lugar donde se monta la estructura) debería hacer un proyecto del montaje. Al efectuar el montaje el ingeniero debería certificar que se ha montado según el proyecto. En la práctica eso es muy costoso y únicamente se hace en muy pocos montajes, los más grandes.

Cuando se pone en juego la integridad física del público y los trabajadores, debemos plantarnos y ser intransigentes.

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